la ciencia confirma verdades biblicas

Agosto 05, 2024 | Vistas 261
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 Si el universo y todo lo que contiene fueron diseñados por una entidad, esta tendría que poseer un conocimiento científico extremadamente avanzado, mucho más allá de nuestra comprensión actual. A pesar de la increíble tecnología que hemos desarrollado, una sola célula humana sigue siendo mucho más compleja que cualquier cosa que hayamos creado. Solo en las últimas décadas hemos comenzado a entender la inmensa complejidad de la vida en nuestro planeta.

La Biblia nos dice que Dios, quien nos ama más de lo que podemos imaginar, nos creó a nosotros y a todo lo que vemos. Esta es una excelente noticia. Imaginen cómo sería nuestro mundo si hubiera sido creado por una entidad increíblemente malvada. El Dios de la Biblia es un Dios de bondad, orden y ciencia.

En los últimos años, la ciencia y la Biblia se han confirmado mutuamente una y otra vez.

Aunque la Biblia no es un libro de texto de ciencias, es una carta de amor a la humanidad que cuenta la historia completa de la raza humana desde el principio hasta el fin. Sin embargo, cuando la Biblia aborda temas científicos, lo hace con precisión.

Por ejemplo, la Biblia nos dice que nuestro universo está lleno de una gran cantidad de estrellas, comparándolas con los granos de arena en la orilla del mar. Génesis 22:17 dice:

“Que de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.”

En la antigüedad, los humanos podían ver miles de estrellas en el cielo, pero no tenían idea de la vastedad del universo. Hoy en día, se estima que hay alrededor de 200 mil millones de billones de estrellas en el universo, aproximadamente 200 sextillones. Curiosamente, se estima que hay unos 7.5 sextillones de granos de arena en nuestro planeta, lo que hace que la comparación sea bastante precisa.

La Biblia también menciona que cada estrella es diferente. 1 Corintios 15:41 dice:

“Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas; pues una estrella es diferente de otra en gloria.”

En la antigüedad, los humanos no sabían que cada estrella es única, pero ahora lo sabemos.

En Job 26:7, se nos dice que la Tierra no reposa sobre nada:

“Él extiende el norte sobre el vacío, y cuelga la tierra sobre nada.”

A lo largo de la historia, diversas civilizaciones han elaborado teorías sobre nuestro planeta, como el mito de la Tierra sostenida por una tortuga gigante. Hoy sabemos que la Tierra no está asentada sobre nada, tal como la Biblia lo señaló desde el principio.

La Biblia también describe el ciclo hidrológico con precisión. Amós 9:6 dice que Dios “llama las aguas del mar y las derrama sobre la faz de la tierra”. Otros pasajes como Salmo 135:7, Jeremías 10:13 y Job 36:27-29 también reflejan este conocimiento avanzado, describiendo cómo las nubes, la lluvia y el ciclo del agua funcionan.

Además, la Biblia muestra conocimiento de la segunda ley de la termodinámica, que dice que el universo tiende hacia la entropía. El Salmo 102:25-26 y Hebreos 1:10-12 hablan de cómo los cielos y la tierra se desgastarán con el tiempo, alineándose con esta ley científica.

La Biblia también demuestra un conocimiento avanzado de la biología humana. En Génesis 17, Dios ordena que todo niño varón sea circuncidado al octavo día, coincidiendo con el momento en que la vitamina K y la protrombina, necesarias para la coagulación, alcanzan sus niveles más altos en el cuerpo.

Levítico 17:11 dice que “la vida de la carne está en la sangre”, reflejando la importancia de la sangre en el transporte de oxígeno, agua y nutrientes a las células. Durante la Revolución estadounidense, los médicos sangraban a los enfermos para curarlos, una práctica perjudicial que podría haberse evitado con este conocimiento bíblico.

La Biblia también prohíbe comer sangre y ciertos animales como el cerdo y los mariscos, que pueden contener patógenos y causar enfermedades. La ciencia moderna ha confirmado estos peligros.

Por último, la Biblia menciona los beneficios de la higiene personal, con más de una docena de referencias en el Libro de Levítico. Esto era desconocido hasta la teoría de los gérmenes de Louis Pasteur en la década de 1860, que subrayó la importancia de la higiene para prevenir enfermedades.

Estos ejemplos son solo la punta del iceberg, pero muestran cómo la ciencia y la Biblia se han confirmado mutuamente a lo largo de los años. El Dios que creó todas las cosas quiere tener una relación contigo y sabe exactamente lo que está haciendo.