«AJ Griffin» dejó la NBA a los 21 años para seguir a Jesús

Octubre 11, 2024 | Vistas 236
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La NBA cuenta con un sinfín de historias de superación, pero en el caso de Adrian Darnell «AJ» Griffin se dio a la inversa: hijo de un exjugador y exentrenador de la liga estadounidense, decidió retirarse a los 21 años para enfocarse únicamente en la fe.

AJ Griffin, nació el 23 de agosto de 2003 y es hijo de Adrian Griffin, quien jugo en Boston Celtics, Dallas Mavericks, Chicago Bulls, Houston Rockets y Seattle SuperSonics (hoy Oklahoma City Thunder). A su vez, fue entrenador de Milwaukee Bucks, los Bulls, Orlando Magic, Oklahoma y Toronto Raptors.

Su gran nivel en la Universidad hizo que la NBA pusiera sus ojos en él, y de cara a la temporada 2022/23 fue elegido en el decimosexto puesto del Draft por Atlanta Hawks. Con 19 años, Griffin llegaba a la mejor liga de básquet del mundo como un rookie que prometía.

Llegó a la franquicia de Texas en junio pero a esta altura ya no forma parte del plantel porque decidió retirarse del básquet profesional.»Dejé el baloncesto para seguir a Jesús, y sé que a ojos de mucha gente, parece una pérdida a ojos del mundo», comentó el propio AJ hace pocas semanas.

 

El joven de 21 años determinó cortar su carrera para estar enfocado en la fe y su conexión con Dios, y en la misma entrevista agregó: «Siento que dejar el baloncesto me está permitiendo dedicarme al ministerio a tiempo completo y servir verdaderamente al Señor con todo mi corazón. Con todo mi tiempo, también».

Su vínculo con el cristianismo surgió en su niñez porque su familia era muy creyente, y de hecho su abuelo paterno fue ministro en una iglesia. A su vez, cuando tenía solamente 12 años sus padres se divorciaron, y para transitar ese momento de dolor en soledad también se apoyó en la fe.

En octubre de 2020, Griffin tomó la decisión de bautizarse como cristiano, lo que para él significó «un punto de inflexión» en sus valores «porque comenzaron a cambiar». El ahora exalero pudo tener varios años más de carrera en la NBA, pero dio un giro de 180 grados en su vida y hoy tiene preocupaciones muy diferentes a las de un atleta de primer nivel.