México clama “Solo Dios puede sanar esta nación” un movimiento de fe y unidad

Julio 10, 2025 | Vistas 242
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En un tiempo donde la violencia crece y la moral parece desvanecerse, una esperanza se levanta desde el corazón de México. Este 23 de agosto, los cristianos evangélicos de todo el país se reunirán en Pachuca, Hidalgo, para celebrar el Gran Día de la Humildad, una jornada donde no se exige nada... solo se ora.

Desde temprano, líderes y pastores se encontrarán en un seminario que marcará el inicio del día. Allí no se hablará de religión como estructura, sino de unidad, quebranto y propósito. “Queremos volver al corazón de Dios”, expresa José Luis Ríos, uno de los coordinadores locales. “Queremos recordar por qué fuimos llamados”.

Luego del seminario, las calles se llenarán de versículos, pancartas y canciones. No hay pancartas políticas, ni consignas sociales. Lo que se busca es detener la rutina y abrir espacio a lo eterno.

“Queremos que la gente mire al cielo otra vez”, dice una joven voluntaria. Y no es solo una frase: se espera que más de 3,000 personas se distribuyan en los puntos más transitados de la ciudad para compartir el Evangelio, orar por desconocidos y hablar de Jesús con quienes estén dispuestos a escuchar.

Detrás de esta jornada está el corazón de un pastor hondureño: Gerardo Irías, quien en 2013 obedeció un llamado que parecía simple, pero radical: invitar a las naciones a humillarse ante Dios.

Desde entonces, el Gran Día de la Humildad ha llegado a Venezuela, Nicaragua, Ecuador, España, África y diversas ciudades de México. Pero Irías insiste en que no se trata de eventos, sino de vidas cambiadas, familias restauradas y pueblos que vuelven al Señor.

Las cifras no mienten: México está entre los países más violentos del mundo, junto a regiones marcadas por guerra y persecución. Pero esta jornada quiere dejar claro algo: la fe no se esconde cuando hay oscuridad, se enciende más fuerte.

Las calles de Pachuca cerrarán, sí. Pero se abrirán los cielos. No es una marcha, es un clamor. No es una protesta, es una intercesión. Y para quienes participen, será un día para recordar que el verdadero cambio comienza cuando un pueblo se arrodilla y clama a su Dios.

Al final del día, todos se reunirán en la Plaza Juárez, no para celebrar un logro humano, sino para interceder por México: por su paz, su salud, su juventud, sus familias. Y sobre todo, para declarar que hay esperanza… si se busca al Dios de la esperanza.