Cuba deja atrás su etiqueta de “Estado ateo” para clamar a Cristo

Julio 12, 2025 | Vistas 213
Share

En medio de una de las crisis económicas más profundas de las últimas décadas, Cuba está siendo escenario de un fenómeno inesperado: el resurgimiento de la fe cristiana, especialmente entre las nuevas generaciones. En un país que por décadas se declaró oficialmente ateo y limitó la práctica religiosa, las escenas de jóvenes orando públicamente en plazas y calles se han vuelto cada vez más frecuentes.

Uno de los lugares más representativos de este nuevo despertar es la Plaza del Cristo, en La Habana, donde grupos de jóvenes se reúnen para elevar sus voces y manos hacia el cielo, clamando por bendición, fortaleza y dirección divina. Estos actos de fe, impensables años atrás bajo el régimen comunista, reflejan una apertura espiritual en una nación que busca respuestas en medio de la incertidumbre.

Líderes religiosos y analistas coinciden en que este giro espiritual ha sido catalizado por la pandemia y el agravamiento de la crisis económica. La necesidad de consuelo y esperanza ha llevado a muchos cubanos a reencontrarse con la fe, particularmente en comunidades evangélicas, cuya presencia y número han crecido de manera significativa en los últimos cinco años.

Aunque el cristianismo siempre ha estado presente en la identidad cubana desde la época colonial, la Revolución de 1959 impuso un modelo marxista-leninista que marginó la religión de la vida pública. Por años, los creyentes enfrentaron discriminación en el acceso a la educación y empleos estatales, y las iglesias fueron sometidas a un estricto control.

La Constitución de 2019 reconoce la libertad religiosa, pero en la práctica muchas iglesias, especialmente las evangélicas, continúan enfrentando trabas para obtener reconocimiento legal. La vigilancia, el acoso y la negación de permisos oficiales son parte de la realidad diaria de muchas congregaciones que operan en la semiclandestinidad.

A pesar de estos obstáculos, la fe sigue creciendo. Se estima que entre un 5% y un 10% de la población cubana forma parte de comunidades protestantes, aunque el número real podría ser mayor debido a la existencia de numerosas iglesias no registradas.

La respuesta de estas comunidades ante la crisis ha sido contundente: jornadas de oración, vigilias y reuniones interdenominacionales se han multiplicado en todo el país. Además de su labor espiritual, muchas iglesias ofrecen asistencia humanitaria y apoyo emocional a quienes sufren las consecuencias del desabastecimiento y la pobreza.

Este crecimiento espiritual es visto por muchos creyentes como una intervención divina en tiempos de angustia. La perseverancia en la oración, la solidaridad entre congregaciones y la valentía de los jóvenes están escribiendo una nueva página en la historia religiosa de Cuba.

En medio de la oscuridad, una luz de fe brilla con fuerza: un recordatorio de que, incluso en los lugares más difíciles, la esperanza puede renacer.